Encontrando el equilibrio¿Cuántas veces te ha pasado que llegas al final del día y te preguntas a ti mismo/a a dónde se fueron las horas? Te habías propuesto hacer varias cosas… y al final no hiciste lo que te proponías, las cosas se complican, surge algo importante con lo que no contabas… y cuando te quieres dar cuenta se ha acabado el día.

Sin embargo, otros días los vives de una forma activa e intensa, con la sensación de «tener el control» y estar haciendo lo que crees que debes hacer o lo que quieres hacer.

A mi me ha pasado hoy lo primero: quería hacer una serie de cosas sí o sí, y al final, son las casi las 3:00 y desde las 6 de la mañana del día anterior, no he parado, salvo unos minutos para comer. Ni he hecho lo que quería hacer, ni he conseguido lo que me proponía, eso sí, he «cumplido» con lo que tenía que hacer, entre otras cosas, un asunto familiar importante.

Esta es, desde mi punto de vista, la diferencia entre cumplir con tus obligaciones, con tus compromisos, con la gente a la que quieres… y conseguir avanzar en la consecución de tus sueños.

He conocido gente cuyo lema de vida es «Yo hago lo que tengo que hacer, no lo que quiero hacer«. Me parece una forma de ver la vida muy triste, resignada quizás, en la que, aparentemente no hay cabida para los sueños.

En el otro extremo, también conozco a personas cuya filosofía de vida es «siempre hago lo que me da la gana, porque uno tiene que hacer lo que quiere y lo que le gusta, opinen lo que opinen los demás«.

Hoy me doy cuenta de que, de nuevo, los extremos no son buenos. Ahora mismo estoy convencido de que hay que encontrar el equilibrio entre lo que uno quiere hacer y lo que uno debe hacer, y que, si tienes algún sueño o una meta en tu vida, esta no se va a conseguir haciendo siempre «lo que debes hacer», ni el hecho de hacer solamente «lo que quieras hacer» -si ello implica abandonar tus compromisos familiares y personales con gente realmente importante en tu vida-, te ayudará, a largo plazo, a alcanzar lo que deseas, pues ello supondría el sacrificio, de una cosa por la otra, lo que tampoco creo que sea bueno.

¿Cuál es entonces la solución? Pues muy sencillo: avanzar cada día un pasito en lo que te hayas propuesto. Ser constante, tenaz, paciente, y, aunque solamente sea media hora al día, dedícala a lo que quieres conseguir.

En mi caso, una de las cosas que me he propuesto es que en Cuentamealgobueno, el periódico digital participativo de buenas noticias sin ánimo de lucro en el que colaboro, publiquemos cada día una buena noticia. Quizás por primera vez, siento que puedo contribuir a hacer de este mundo un lugar mejor haciendo algo que me gusta y en lo que creo.

En días como hoy, en los que ni he tenido tiempo casi para comer, en situaciones normales, no tiene uno precisamente ganas de sentarse delante del ordenador y escribir algo bueno antes de irse a la cama, o de levantarse una hora antes para esta tarea… pero cuando lo haces por algo en lo que crees fielmente, es como si hubiera algo, externo a ti, pero a la vez muy interno, que te impulsa a hacerlo.

=)

Fotografía de ∗FranJa.